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En Mysa queremos dedicar un espacio a todas esas mujeres que inspiran, que se han abierto camino en distintos sectores. Empresarias, deportistas, periodistas, científicas… todas tienen cabida en un rincón que hemos creado para darles voz para conocer su labor y escuchar lo que tienen que decir, que es mucho. Y en una sección como esta, Irina Fernández Durán no podía faltar. Ella es conservadora y restauradora y su nombre aparece en los medios de vez en cuando gracias a su encomiable labor restaurando piezas muy particulares: fósiles. El último, el de una tortuga prehistórica, la más grande encontrada, hallada en el pirineo catalán. El crédito del descubrimiento se lo llevaron los arqueólogos, pero el trabajo para que podamos contemplarla y aprender sobre ella ha sido interdisciplinar. Y ella ha tenido mucho que ver.
¿Cómo acaba una siendo restauradora y además, dedicada a un campo tan específico? ¿Siempre quisiste dedicarte a esto?
Pues verás, siempre supe que me quería dedicar al ámbito del arte. Mi abuelo materno es un gran artista en cerámica y pintura. Tuvo mucho éxito en Francia y Italia. Y, por parte de mi padre, mi abuelo se dedicaba a las canteras por lo que mi padre es picapedrero, uno de los trabajos más antiguos y en el que se dedica mucho para comprender la historia. Ser restauradora de fósiles ha unido un poco los dos mundos en los que he crecido. Empecé en excavaciones en mi primer año de carrera, con tan solo 18 años, como voluntaria, allí vi que la restauración fósil era lo que quería hacer.
¿Qué es lo mejor de dedicarte a la restauración?
La mejor parte, es la que todos se imaginan: tener entre tus manos piezas únicas. Poderlas estudiar, ver, tocar… Es la parte que más emociona, pero también la que da más miedo. Te encuentras ante piezas con un valor incalculable a las que les debes hacer unos tratamientos para su conservación, por lo que debes asumir una responsabilidad ética y estética. Con esto me refiero a que se debe pensar más allá, por ejemplo, si le aplico un tratamiento ¿se podrán hacer estudios posteriormente o los productos químicos que le aplique interrumpirán en los análisis? O por ejemplo ¿dónde irá la pieza?
Muchas veces no hace falta someterlas a un estrés de restauración ya que solamente se estudiará y se almacenará, entonces estéticamente no hará falta que se le hagan depende que tratamientos. Al final cada pieza es única. Yo me lo tomo como si fueran pacientes, cada uno viene con una enfermedad que se puede manifestar de diversas maneras, y a cada paciente le convendrá mejor un tratamiento u otro.
En las últimas semanas hemos escuchado hablar de ti y de tu trabajo gracias al hallazgo de un fósil de tortuga que habéis restaurado en el Museu de la Conca Dellà. Disculpa si la pregunta te parece demasiado obvia pero, ¿cómo se trabaja con restos fósiles?
Trabajar en este campo requiere de un equipo interdisciplinar. Para estudiar un fósil primero hay que encontrarlo y los geólogos son los que saben dónde ir a excavar. Luego se llevan al laboratorio de restauración para hacerles los tratamientos necesarios, para que puedan ser estudiados sin riesgo a romperse y obtener el máximo de información posible. Por ello tenemos que estar en contacto directo con los paleontólogos. Ellos nos dirán que tipos de análisis quieren hacer y así nosotros podremos determinar qué tratamientos se pueden hacer y cuáles no.
Muchas veces, las cosas más interesantes aparecen en el momento de restauración. Piensa que dedicamos muchas horas a un fósil, por lo que vamos viendo la morfología, las roturas y a veces nos encontramos con sorpresas y tenemos informados a los investigadores. También hace falta decir que la restauración y conservación es la unión de muchas especialidades. Tenemos que dominar historia, geología (en este caso), química y física, técnicas analíticas, museología, ciencias naturales, legislación, pintura, técnicas de reproducción… entre otras.
¿Es más complicado hacerlo que, por ejemplo, con un cuadro o una escultura?
Cada pieza tiene sus complicaciones. En un cuadro a lo mejor la parte más compleja es encontrar una metodología de limpieza que retire únicamente un barniz no original que ha ennegrecido. Al trabajar con fósiles hay otras complicaciones que, a su vez, son el valor añadido. Por ejemplo, las grandes dimensiones de los fósiles, al fin y al cabo son piedras enormes, que logísticamente complica los tratamientos (no todos los laboratorios están adaptados con mesas de grandes cargas, ascensores, grúas o espacios y puertas grandes).
“Me gusta decirle a la gente que después de tantos millones de años enterrado el fósil no tiene prisa a ser expuesto”
Otra de las complicaciones es en el momento en que estamos separando el fósil de la matriz (de la roca que lo contenía) cuesta mucho de distinguir los colores o las texturas entre uno y el otro, por lo que tenemos que ayudarnos de lupas y productos. Es un trabajo en el que, sea cual sea tu campo, debes tener mucha paciencia, pero los resultados merecen la pena. Para que te hagas una idea: desde el momento en que un fósil es excavado hasta que se expone en un museo pueden pasar como mínimo cinco años. Me gusta decirle a la gente que después de tantos millones de años enterrado el fósil no tiene prisa a ser expuesto.
Ser conservadora y restauradora es una labor que tiene mucho de detalle, de paciencia, de cuidado. ¿Cómo ves esos valores en la sociedad actual?
En el tiempo que llevo dedicándome a la restauración y conservación he visto varios ataques vandálicos hacia la paleontología. Por desgracia no es solo en este campo, ahora se ha puesto de moda como protesta ecologista. Una parte importante de la profesión es la divulgación. Se debe hacer llegar a la gente todo aquello que investigamos, sino, investigar no tendría sentido. La divulgación debe servir para que la gente entienda el patrimonio como objetos de valor que dan identidad, que nos hacen conocedores de nuestro pasado. Hacen que nos sintamos participes de la historia, esto ayuda a que los actos vandálicos disminuyan, que la gente quiera ver los fósiles que salen de las montañas de su pueblo y cuiden de ellos. Pero es un arma de doble filo, ya que cuando hay conflictos se tiende a destruir aquello que tiene más valor.
Muchas veces, cuando la gente piensa en los arqueólogos y los conservadores de patrimonio imagina un universo casi de Indiana Jones. ¿qué mitos acompañan a tu trabajo y cómo es realmente?
Pues verás, no dejo de hablar del valor, por lo que mucha gente se frota las manos esperando encontrarse un fósil. Lo siento por ellos. Este es uno de los grandes mitos, no valen dinero. El valor que tiene el patrimonio en Europa no es monetario, se trata de valor histórico-artístico. Indiana Jones era un gran expoliador, además es una película ambientada en otro país, por lo que está regulado por otras leyes, aquí está totalmente prohibido quedarte con fósiles u otros restos arqueológicos.
¿Qué ha supuesto aparecer en todos los medios de comunicación gracias al hallazgo?
Pues no es la primera vez que esto pasa, en el año 2015 hasta el 2017 estuvimos haciendo la restauración de un saurópodo (dinosaurio de cuello largo). Incluso se hizo un documental, ya que resultó ser una nueva especie llamado Abditosaurus. Cada año salimos en las noticias con el reporte de lo que se ha encontrado en las excavaciones o los nuevos proyectos en los que vamos a trabajar. Esto es la parte de divulgación.
¿Cuántas mujeres se calcula que estáis en el sector? ¿está muy masculinizado?
Esta pregunta me parece muy interesante. Aquí voy a ponerme las gafas lilas y aviso que mi lectura sobre el tema es feminista. Creo que, aunque estemos en una sociedad que aboga por la igualdad aún tenemos caracteres de género fuertemente marcados por una sociedad machista. Me explico, a las mujeres se nos educa, de forma inconsciente, a ser cuidadosas, a tener paciencia, a cuidar de los detalles, por lo que encontramos que la mayoría de las que nos dedicamos a este campo somos mujeres. Por otro lado, aun siendo la mayoría mujeres, las conferencias, los talleres, las investigaciones y los jefes de laboratorio casi siempre son hombres. Creo que nos hace falta una revisión en este aspecto.
¿Y en cuanto al liderazgo de los equipos?
Pues debo decir que solamente he estado en un equipo que estuviera liderado por una mujer, Xenia Aymerich, en el Instituto Catalán de Paleontología. Normalmente están formados por hombres, que son los directivos de los museos o investigadores paleontólogos.
Mujeres y ciencia. ¿Sigue siendo una asignatura pendiente?
Sin duda, las mujeres necesitamos más referentes en los libros. Somos pocas en ciencias y a las pocas que somos no se nos oye aún tener logros importantes. Tampoco accedemos a puestos de liderazgo o, aunque lo estemos, si hay un hombre a tu alrededor o que esté por encima de ti es quien se llevará el mérito.
¿Qué consejo le darías a una futura conservadora y restauradora?
He empezado con mucha gente que han dejado la profesión y ahora se dedican a cosas totalmente distintas o referentes al patrimonio, pero sin estar en el ámbito de la restauración y la conservación. Es un mundo complicado en el que se requiere de mucha experiencia y acabas intentando ir de voluntaria a todas partes. A ellas les digo; ser voluntaria durante la carrera está muy bien, haces contactos, aprendes, ves diferentes ámbitos en los que podrías centrar tus estudios. Pero una vez la carrera se ha acabado, no dejéis que os sigan contactando para ir gratis. Es un trabajo muy vocacional y la falta de dinero en cultura hace que en muchos proyectos se trabaje en condiciones precarias, pero no dejéis que se aprovechen de vuestra pasión.
¿Cómo se logra la conciliación entre una profesión que requiere de tanta experiencia y habilidad con la vida privada y de ocio?
Aún lo estoy descubriendo. Ir de excavaciones, participar en la dirección de distintos proyectos hace que me tenga que ir de casa largos periodos. Ahora mismo sigo estudiando. Estoy cursando un master en técnicas analíticas para la conservación del patrimonio, también trabajo en el museo, además, pronto me casaré. Son muchas cosas y casi no tengo tiempo, debo organizarme bien, pero me lo tomo con humor porque mi trabajo es mi pasión.